A una semana de las elecciones, el panorama es asqueroso. Nuestros cuatro candidatos deprimen y lo peor de todo es que uno de ellos, por fuerza, será el presidente del país durante los próximos seis años.
Decir esto quizá es un lugar común y suena muy sencillo de afirmar. Cualquier ciudadano desinformado puede soltar: “Todos son un asco, punto”. Créanme, me gustaría afirmar que cuando menos uno de ellos tiene algo rescatable, pero poco a poco me comprendo de que no es así en absoluto. Paso a explicar.
El Bronco es un desastre. Su perfil es muy parecido al de Donald Trump: es un bufón misógino, ignorante, narcisista irrespetuoso de toda ley. Sólo busca el beneficio propio sin importarle nadie más. También se enfatizó mucho que no es un político, sino un empresario, por lo que sería “diferente”. Nada bueno puede salir de él como presidente y afortunadamente las encuestas parecen estar de acuerdo.
Meade está apestado: viene del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el villano favorito del momento. Principalmente porque la economía del país se vino abajo estrepitosamente, pero hay un sin fin de errores de Peña Nieto que hacen imposible que Meade llegue a la presidencia. Es otro que está totalmente descartado.
Anaya es el que me parece más antipático personalmente. Es otro corruptazo del Partido Acción Nacional (PAN), convenenciero que estuvo de acuerdo con muchas de las propuestas de Peña Nieto y que ahora las critica por eso mismo: convenciencia. Además, su perfil es sumamente fresa, y eso lo desconecta totalmente de la mayoría de la población. Batalla para generar empatía porque él no la tiene hacia los demás. Sus sonrisas, actitudes y discursos suenan falsos porque lo son.
Creo que Anaya me ofende mucho personalmente porque me recuerda a ciertas actitudes que vi muy de cerca en la primaria católica en la que iba. Como una fachada moral para esconder actitudes nefastas. Una gran hipocresía que el tonito de voz de Anaya me recuerda. No todos eran así, pero él me recuerda lo peorcito de ese mundo.
Además, intenta agradar desesperadamente mediante estrategias muy, muy extrañas. Por ejemplo, presumiendo habilidades que apenas y domina, como los idiomas extranjeros, la música y la lectura. En el segundo debate sacó una gran cantidad de libros para leer citas textuales y atacar a sus contrincantes, pero al verlo leyendo con el micrófono frente al público más bien parecía un predicador de pacotilla. Las sonrisitas macabras que se dibujaban en su rostro después de que, según él, decía algo bien en los debates eran francamente perturbadoras.
Pero basta. Aquellos tres candidatos tienen poquísimas posibilidades de ser presidentes, y yo pienso que ganará Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Las encuestas lo favorecen consistentemente por mucho, la gente está harta de los gobiernos del PAN y del PRI, que sólo han mostrado corrupciones y muy poca preocupación por las necesidades de la gente.
He sido muy crítico de AMLO en fechas recientes, y esto me ha costado que gente me diga “desorientado”, “ignorante”, y por Internet cosas como “imbécil” y actúen condescendientes. Hay mucho fanatismo hacia su persona, y los fans me acusan de derechista y traidor a la patria en el peor de los casos. Primero déjenme contarles algo.
En 2006 yo voté por AMLO. No sólo eso, creía firmemente que era un excelente candidato y que era la mejor opción para que el país mejorara. Discutí acaloradamente al respecto con muchos de mis conocidos que le iban al PAN. Estaba muy, muy convencido y me dejé llevar por la pasión de las elecciones. Fui a verlo a un mitin en Tijuana, aquí hay una foto que le tomé a AMLO en esa ocasión:
Incluso me ofrecí como observador electoral por parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para vigilar una casilla. Recuerdo que cuando estábamos contando los votos, se acercaron unos niños que nos dijeron: “¡No queremos otro fraude!”. Así estaban las cosas. Puedo afirmar que en mi casilla ganó Felipe Calderón limpiamente.
La cosa estaba muy dividida en ese entonces. Creo que en el 2018 mucha gente ya no recuerda bien aquella elección. Algunos piensan que sigue habiendo una “guerra sucia” como en 2006. La situación no es igual en absoluto. Baja California ha sido un estado históricamente panista, y se notaba muchísimo la división entre la gente. Yo veía más personas apoyado a Felipe Calderón, del PAN, aquí. Era difícil admitir personalmente que votarías por el PRD, eras blanco de burlas y críticas. Muchos jóvenes estábamos en la misma frecuencia y me empecé a juntar con ellos.
Era muy duro ver los comerciales en la televisión que afirmaban que AMLO mentía, que era un peligro para México, que era como Hugo Chávez y una sarta de mentiras pésimamente editadas. Aquí están para refrescarles la memoria un poco. ¿Se parecen a los spots de hoy?
También era difícil ver los descarados comerciales de empresas que apoyaban a Felipe Calderón de la manera más desleal posible. Hasta la fecha pienso que hubo fraude en esa elección, manipulación de las masas y se hicieron jugadas muy, muy sucias. Aquí están los comerciales de Calderón para que los recuerden:
El miedo pudo más, y como la contienda era bastante cerrada, ganó el PAN. AMLO hizo muchas protestas y reaccionó muy mal ante el fraude. Con el paso de los años, la gente se hartó de la ola de violencia que se generó gracias a la inútil guerra contra el narco que inició el presidente y la gente optó por regresar al PRI.
AMLO también fue un candidato en el 2012, y cambió su discurso hacia la “República amorosa” que no me convenció y no voté por nadie en el 2012. Ganó el peor candidato: Enrique Peña Nieto. La gasolina subió, el peso se devaluó, el presidente no ha sabido actuar ante ninguna situación y no puedo pensar en algo positivo que haya hecho por el país.
Estamos ahora en 2018. La gente está harta y me incluyo. El pensamiento es sencillo: todo este tiempo nos dijeron que AMLO es un peligro, que todo estaría más caro, que habría violencia, que perderíamos nuestro patrimonio, pero eso es exactamente lo que ha sucedido en los gobiernos del PRIAN. La última esperanza es votar por la nueva alternativa, el nuevo partido político fundado por AMLO: Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). ¿Cierto?
Me gustaría decir que esto es así, pero lamentablemente el panorama es pésimo. Aparentemente en México nunca se le permitirá gobernar a nadie que quiera hacer un cambio real por el país. Por lo tanto, AMLO ha decidido jugar el juego, y pactar con quienes él llama la “mafia del poder”.
Pondré un ejemplo muy sencillo pero clave: Alfonso Romo. Él es actualmente el coordinador del proyecto de nación de AMLO. Pues bien, es un empresario que se encargó de hacer el marketing de Vicente Fox en el 2000, tuvo excelente relación con Salinas de Gortari, Zedillo y otras fichas de la “mafia del poder”. No es nada secreto, él mismo lo dice descaradamente:
Ahora ve la gran oportunidad de lograr la hazaña del 2000: colocar en el poder a un candidato de “oposición”. Hoy no hay guerra sucia en contra de AMLO, todo lo contrario. En Televisa no lo atacan, los moderadores de los debates lo tratan mejor que al resto… ¿Televisa se volvió de izquierda?
¿Qué creen que pasó?
Este no es el mismo AMLO del 2006, quien no era una excelente opción desde un principio, ahora que reflexiono. AMLO también se parece a Donald Trump en muchos aspectos, y citaré solamente algunos.
Su narcisismo: AMLO cree que no siendo corrupto él, los demás seguirán si ejemplo. Esa es una fantasía egocéntrica que no tiene sustento en la realidad. Los seguidores tratan de completar o interpretar lo que AMLO dijo, agregando que además se hará tal o cual cosa, pero esas ya son sólo esperanzas. AMLO ha hablado muy clarito y en español: él combatirá la corrupción con el maravilloso e irresistible poder de su imagen. De la misma forma que Trump piensa que con el poder de su personalidad logrará convencer a dictadores alrededor del mundo que hagan lo que él quiere, o logrará resolver conflictos como el de Israel y Palestina.
El regreso a un periodo mejor de nuestra historia: AMLO y Trump quieren que sus respectivos países regresen al pasado. Específicamente al periodo de su infancia. Cuando Trump dice “Make America Great Again” se refiere al mundo cuando todo era bueno y sencillo en su vida, cuando era niño y las cosas tenían sentido para él. Cuando América era blanca y más machista todavía, cuando no había tanta migración ni derechos civiles para las minorías. Escuchen bien a qué se refiere con “grandeza”.
AMLO quiere regresar al “desarrollo estabilizador” del PRI (él mismo lo ha dicho), que casualmente es la política económica que se implementó cuando era niño hasta llegar a su adultez.
Ambos también tienen una fijación por el siglo XIX. AMLO en la figura de Benito Juárez, a quien emula constantemente y cita con frecuencia como el mejor presidente en su opinión. Trump no tiene idea de la historia de Estados Unidos, por lo que no conoce a los presidentes, pero constantemente está quejándose de tratados internacionales como NAFTA o TPP, y de organizaciones como la ONU que son producto de la globalización y posguerra. AMLO piensa de manera similar. Cuando le preguntan: “¿Cuál es su política exterior?”, responde: “La interior”. Es decir: regresar a un periodo cuando México no requería tanto del extranjero, un mundo menos globalizado. Buena suerte con eso, a ambos.
Los dos reaccionan pésimo ante la crítica: como buenos narcisos, quieren ser incriticables. Cuando se les toca con el pétalo de una rosa, reaccionan con ira, descalificando, poniendo apodos al contrincante y pierden el control. No son buenas cualidades en un líder, y menos en uno que debe ser cuestionado todo el tiempo. Así funciona la democracia.
Hay otras similitudes, como el autoritarismo y la xenofobia, pero no tengo tanto tiempo de desarrollarlos. Sé que estoy tocando todos estos temas de manera muy, muy superficial. Sirva esto de manifestación de mis impresiones que he pospuesto demasiado en publicar.
La gente está ilusionada al grado de la ceguera. Creen que AMLO y su plan de gobierno son de izquierda todavía, y que habrá una transformación en el país. Una amiga recientemente decía que “hay que tener fe”. Pero cuando tienes ojos no necesitas fe: los hechos son muy, muy claros.
Otros dicen que es el “menos peor” de los cuatro, pero eso es un triste consuelo porque como candidato es pésimo. Durante un tiempo pensé en votar por él, a falta de una mejor opción. “¿Ya qué?”, me dije a mi mismo, pero conforme avanzan las campañas, las actitudes de MORENA, las corrupciones y la ineptitud me han vacunado en contra de votar por ellos.
Las elecciones del 2018 en México se tratan de elegir entre cuatro venenos. Digamos que nuestras opciones son el cloro, cianuro, estricnina y ántrax. La gente empieza a apoyar al cianuro porque es más rápido y no sientes tanto dolor: “¡Voten por el cianuro! ¿No se dan cuenta? Los demás son mucho peores. ¡Cianuro 2018!”. Eso significa “entre los males el menos”.
Elegir entre esos cuatro es inmoral. No puedo votar por ellos y dormir tranquilo, no quiero participar en eso. La gente olvida que, aunque elijas tu veneno, estás obligado a suicidarte. No es una elección real, estamos en una posición inadmisible. Anularé mi voto el próximo domingo.
Si tu decides votar por alguno, adelante, estás en tu derecho. Pero hay algo importante que debemos hacer, tú y yo y todos: criticarlos con todo lo que tenemos. Ser tremendamente exigentes, analíticos y no dejarlos descansar. Especialmente si lo apoyas: critícalo el doble. Es un requisito para que la democracia funcione. Por algún motivo se piensa que si criticas a alguien lo estás traicionando. Solo recuerda que si les perdonas sus corrupciones e ineptitudes porque te “simpatizan”, tú te estás traicionando a ti mismo.